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lunes, 19 de marzo de 2012

Nacho, Nacho...

A Nacho lo conocí hace ya unos cuantos años en mi época del gym (cuántos recuerdos me vienen a la mente pensando en el DiR). Es el típico chaser no guapo del todo pero resultón. Además lo que más me atraía de él era ese look interesante cuando llevaba puestas sus gafas de montura de pasta. Con el tiempo supe que uno de los osetes con los que tonteaba yo por aquel entonces en otro gimnasio del grupo era su pareja. Lo mejor de todo es que cuando estaban los dos juntos (pocas veces coincidían los dos en la sauna de vapor) hacían como que no me conocían (cosa que me ponía mucho más a cien todavía) y además se cortaban mucho de querer jugar los dos conmigo.

Pero eso solamente pasaba cuando formaban un equipo. Por separado eran insaciables.

Nacho era totalmente pasivo y le encantaba que le comieran el ojete. Aunque esa práctica nunca la hicimos en el gym, mira tú por donde uno tiene cierto sentido de la salubridad de las saunas, las pocas veces que nos lo montamos en su piso de Barcelona disfrutaba mucho mientras le repasaba todo antes de follármelo.

Recuerdo una vez toda una sesión que nos montamos en la ducha de su piso. Una ducha bastante amplia, no el típico plato cuadrado pequeño e incómodo. Para nada. Era una ducha moderna totalmente revestida de mármol travertino. Un lujo de polvazo.

Me encantaba su faceta malvada cuando me pedía que le pellizcara y mordiera sus pezones mientras él se iba masturbando. Me pedía que le apretara un poco más cada vez que se acercaba a una especie de pre-orgasmo, entonces él dejaba de masturbarse mientras yo le seguía trabajando los pezones y entonces empezaba a lubricar un montón. Le salía cantidad de pre-cum estando tan cachondo. Entonces me pedía que parara de apretarle los pezones y que con uno de mis dedos recogiera todo ese rico líquido y pedía que se lo llevara a sus labios y me comía el dedo de la forma más cerda y lasciva que sabía hacer.

Entonces pasábamos a la cama mientras él sacaba el tubo de lubricante y me pedía que untara bien su culito (bastante estrecho, todo hay que decirlo) y así se preparaba a ser follado. Se corría en poca cantidad, tal vez motivado por el exceso de pérdidas en los preliminares? Pero me encantaba cómo no dejaba de gemir mientras se corría. Es de esas personas de corrida escasa pero de orgasmo intenso.

Pese a no tener la habitación ni el piso insonorizado creo que los vecinos ya estarían acostumbrados a semejantes escándalos. Pero eso a mi no era a quién debía importarle.

Lo mejor de todo de todo es que en el gimnasio era totalmente diferente. Allí él solamente quería tocarme el pecho y masturbarme con una mano mientras con la otra se auto-trabajaba. En ningún momento dejaba comerse el rabo, cosa que en su casa cambiaba radicalmente.

Tengo que reconocer que los encuentros en la sauna del gym darían para muchas entradas de muchos blogs. Pero las tendré que ir dosificando.

Disfrutad.