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lunes, 26 de diciembre de 2011
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Mercadona. Sexo low-cost
El mercado del sexo desde luego que es muy amplio y extenso pero de momento no me imagino en poder seleccionar ciertas mercancías en un supermercado, y mucho menos en un low-cost del estilo Mercadona.
Coincidí con Paolo hace mucho tiempo por la página del Bear, pero nunca llegó a haber ningún tipo de contacto entre nosotros. Conocíamos nuestros gustos más cerdos: tengo que decir que Paolo es de los que disfrutan con la lluvia dorada y además es de los que no tiene pudor en contarte lo que le gustaría hacerte o lo que le gustaría que le llegaras a hacer. El sexo es simplemente un mero divertimento, y como tal debe explotarse en todas sus versiones… Paolo es el claro ejemplo a todo esto.
Conocía por fotos el tamaño de su polla, de su ojete (aunque ahora mismo no recuerdo que tipo de rol sexual era el suyo), incluso llegó a enviarme fotos suyas en las cuales aparecía totalmente empapado en meos (cosa que como ya he dicho le pone a mil). Le ponía también a mil jugar con pinzas para los pezones y recuerdo como fantaseaba él con verse sometido por uno o varios tíos que le dieran todo su merecido.
Está claro que el tema de la lluvia dorada no es santo de devoción de todo el mundo… O eso o es que nos gusta disfrazarnos de beatos mojigatos y luego somos las más zorras que incluso podríamos llegar a escandalizar al mismísimo Marqués de Sade. Pero con Paolo creo que hubiera sido un buen ejemplo para realzar una fantasía con alguien sin ningún tipo de prejuicios.
Lo más gracioso de todo es que cuando veía a Paolo en fotos tampoco me parecía lo excesivamente atractivo como para concretar una cita para el cerdeo con él. Me atraía el morbo de la situación y de la persona pero no me motivaba para nada su físico ni si atractivo. Pero todo esto cambió hace unos días cuando haciendo la compra cual (vulgar) maruja en uno de los Mercadona de Barcelona me lo crucé por unos de los pasillos… Curiosamente los lácteos, ¿era algún tipo de señal providencial?
En ese mismo momento mi percepción hacia él cambió radicalmente porque: a) miré las fotos con los ojos llenos de legañas y no distinguía bien lo guapo que era; o b) realmente Paolo es de esas personas a las que las fotos no les hace justicia… pero para nada.
Así que me quedé con cara de idiota. Me sentí muy cortado de saludarlo, y no porque yo fuera acompañado del Consorte en ese periplo de compras, sino porque en eso momento mi cara cambió a “hola, fui un gilipollas desperdiciando la oportunidad de chuscar con semejante espécimen de vicio y perversión”. Tampoco Paolo hizo el gesto por saludarme, ¿se acordaría de mi? ¿de ese imbécil que perdió la oportunidad de cerdear con el maestro del sexo?
Total, que aquí me tenéis intentado averiguar en qué pen-drive guardo (espero conservarlas para un momento de necesidad pajil) las fotos de Paolo.
Coincidí con Paolo hace mucho tiempo por la página del Bear, pero nunca llegó a haber ningún tipo de contacto entre nosotros. Conocíamos nuestros gustos más cerdos: tengo que decir que Paolo es de los que disfrutan con la lluvia dorada y además es de los que no tiene pudor en contarte lo que le gustaría hacerte o lo que le gustaría que le llegaras a hacer. El sexo es simplemente un mero divertimento, y como tal debe explotarse en todas sus versiones… Paolo es el claro ejemplo a todo esto.
Conocía por fotos el tamaño de su polla, de su ojete (aunque ahora mismo no recuerdo que tipo de rol sexual era el suyo), incluso llegó a enviarme fotos suyas en las cuales aparecía totalmente empapado en meos (cosa que como ya he dicho le pone a mil). Le ponía también a mil jugar con pinzas para los pezones y recuerdo como fantaseaba él con verse sometido por uno o varios tíos que le dieran todo su merecido.
Está claro que el tema de la lluvia dorada no es santo de devoción de todo el mundo… O eso o es que nos gusta disfrazarnos de beatos mojigatos y luego somos las más zorras que incluso podríamos llegar a escandalizar al mismísimo Marqués de Sade. Pero con Paolo creo que hubiera sido un buen ejemplo para realzar una fantasía con alguien sin ningún tipo de prejuicios.
Lo más gracioso de todo es que cuando veía a Paolo en fotos tampoco me parecía lo excesivamente atractivo como para concretar una cita para el cerdeo con él. Me atraía el morbo de la situación y de la persona pero no me motivaba para nada su físico ni si atractivo. Pero todo esto cambió hace unos días cuando haciendo la compra cual (vulgar) maruja en uno de los Mercadona de Barcelona me lo crucé por unos de los pasillos… Curiosamente los lácteos, ¿era algún tipo de señal providencial?
En ese mismo momento mi percepción hacia él cambió radicalmente porque: a) miré las fotos con los ojos llenos de legañas y no distinguía bien lo guapo que era; o b) realmente Paolo es de esas personas a las que las fotos no les hace justicia… pero para nada.
Así que me quedé con cara de idiota. Me sentí muy cortado de saludarlo, y no porque yo fuera acompañado del Consorte en ese periplo de compras, sino porque en eso momento mi cara cambió a “hola, fui un gilipollas desperdiciando la oportunidad de chuscar con semejante espécimen de vicio y perversión”. Tampoco Paolo hizo el gesto por saludarme, ¿se acordaría de mi? ¿de ese imbécil que perdió la oportunidad de cerdear con el maestro del sexo?
Total, que aquí me tenéis intentado averiguar en qué pen-drive guardo (espero conservarlas para un momento de necesidad pajil) las fotos de Paolo.
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