La mayoría de las fotos proceden de la web. Si tienes cualquier queja, o eres el dueño de la foto, o simplemente no quieres que sea publicada, no dudéis en dejar un mensaje en los comentarios y la foto sera eliminada. The photos are extracted from the WEB, if you have any complaint about a photo, leave a message into the messagebox to and that photo will be deleted from this website.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Lobezno


Pero el día que conocí a Chocolate Sexy en la sauna no acabó todo en un polvo frustrado…

Lobezno está gordo, es mucho más alto que yo y luce unas patillas de las que incluso el mismísimo Logan AKA Lobezno (¿no sabes de qué te estoy hablando?... pues repásate un poco los X-Men) tendría envidia muy poco sana.

Aunque más que gordo se le podría considerar medio beefy… No está muy trabajado de gym pero tampoco está obeso a lo Homer Simpson. Es una barriga dura y grande, con un buen pectoral muy sugerente. Muy peludo. Sugerentemente comestible. Tiene buena polla pero no quiere que se la chupes, solo quiere que se la castigues. Le gusta la sumisión.

A Lobezno ya lo tenía visto más de una vez por la sauna. Incluso alguna que otra vez habíamos jugado al intercambio de miradas, juegos, etc… hasta que acabas cerrado con esa persona en un cubículo de la sauna.

Lobezno sabe como hacerte disfrutar, es el perfecto sumiso, le encanta comerte el ojete y comerte los pies. No es muy aficionado a comerte la polla porque tiene otras inquietudes. Disfruta al máximo mientras le estás castigando los pezones, goza mientras le aprietas (literalmente) la polla o mientras le golpeas los huevos con la mano, se los aprietas o se los estiras. Y nunca tiene fin.

Siempre que lo he visto lleva a cuestas una mochila negra. Mochila que siempre me ha intrigado qué puede contener. Hasta que la curiosidad mató al oso y tuve que preguntar.

Me sorprendió ver todo lo que salió de aquella mochila. Pinzas para los pezones. Un consolador/dildo con forma de mano-puño de tamaño bastante grande. Una botella de lubricante y una botella de agua (para evitar la deshidratación del juguete), entre otras cosas, además de una caja de guantes médicos, caja de pañuelos, y Dios sabe que más.

-“¿Te gusta el fist? Estoy súper excitado y dilatado”.
-“Nunca lo he hecho, aunque es algo que me pone a mil”.
-"¿Me quieres meter el puño?".
-"Podemos probarlo".

Y ahí estaba yo calzándome el guante de latex, cogiendo el bote de lubricante mientras lo extendía por guante y el ojete de Lobezno con la cantidad suficiente para que entrara bien, suavemente, y hacer gozar a mi esclavo provisional. Y asi empecé, poco a poco hasta que mi mano estaba totalmente dentro del ojete de Lobezno mientras él le daba al Popper y a una especie de spray que se rociaba en una toallita e inspiraba con fuerza (más tarde descubrí que se estaba poniendo ciego de ketamina en ese momento).

La verdad es que la situación me ponía a mil. Con el rollo sumisión pasivo de Lobezno. Entonces a medio trabajo de su ojete me dijo que subiera uno de los pies al camastro. Así lo hice y el tío se regaló con una comida de pies. Entonces me pidió el otro pie mientras quería que le saciara el hambre de su ojete. A mi personalmente no me atrae mucho ni es un gran fetiche el tema pies; pero si mi esclavo se sentía totalmente perro para hacerlo pues no solamente el amo debe gozar si no que alguna que otra vez el esclavo debe tener un premio. Y lo tuvo.

Me pidió parar un poco para detenerse en comerme el ojete durante un buen rato, hasta que se cansó y volvió a pedirme que volviera a usar mi mano como dildo en su ojete y reanudara los trabajos traseros que habían quedado incompletos.

Lobezno me pedía más velocidad y fuerza en su ojete y eso me ponía más aún. Mientras le metía con una mano, con la otra me estaba masturbando. Excitado a niveles máximos.

Le anuncié que estaba a punto de correrme. Me pidió que parara de trabajarle el ojete. Así hice. Se dio media vuelta y me suplicó que descargara en su cara. En su boca, en su barba. Me corrí con un grito prolongado. Lobezno se corrió muy poco (habitual en él) y de forma más silenciosa de cómo lo recordaba.


Acabó todo duchado con mi corrida. Él encantado. Yo exhausto. Sorprendido. Pensando cómo un día que pensaba que sería para olvidar después del “incidente” con Chocolate Sexy iba a quedar totalmente como día inolvidable tras encontrarme por sorpresa con Lobezno.

jueves, 22 de septiembre de 2011

¡¡ Chocolate Sexy !!

La verdad es que he estado muy pocas veces con algún mulato o con alguien oscuro de piel. Y sí que puedo confirmar una cosa: esa leyenda urbana que se oye por ahí es cierta… “el tamaño sí es grande”.

A Chocolate Sexy lo conocí en una sauna (siento escandalizar a los lectores) y la verdad es que fue una aventura entre dulce y amarga… Llamémosla “agridulce”.

Dulce porque Chocolate Sexy no tiene mal cuerpo. Brazos fuertes, musculados pero no trabajados en gym; no mucho más alto que yo (aunque la altura jamás me ha sido un impedimento o una limitación). Tampoco es un six-pack y no luce barriga cervecera. Tiene el tamaño exacto de barriga de cualquier persona que no tiene obsesión por su cuerpo pero tampoco lo tiene dejado. Unos huevos grandes y colgantes, que me recordaban bastante a los del Consorte, y un buen rabo, larguito, robusto y grueso. Un rabo de esos que da gusto comérselo. De los que no te cabe totalmente en la boca aunque te dejas poca cantidad fuera. He de decir que tampoco no es el hombre caballo pero he tenido pollas más grandes en mis manos y en mi boca.

Con una boca deliciosa de morritos jugosos y comibles (de los cuales no tuve ninguna queja), Chocolate sexy es de esas personas que le encanta besar, morderte los labios suavemente, y juega con su lengua que mueve cada vez más rápido cuando más cachondo está.

Encantado de que le trabajen los pezones… cosa que pedía a gritos solamente con una mirada de sus ojos marrones. No me quito de la mente sus pequeños sollozos, incluso tuve que preguntarle si no le gustaba o si apretaba demasiado y el tío lo único que hacía era llevarse sus manos a las mías mientras le apretaba los pezones para que ejerciera más presión.

Aceptaba también unos cachetes en su duro culo prieto mulato. A los que respondía con unos gemidos de gozo y mirando nuevamente con cara de deseo y de ansia. Incluso un buen trabajo en sus cachetes con un masaje y un magreo duro, con fuerza y unos roces sensuales con los dedos en las proximidades del agujero de su ojete. Que se podía notar como gozaba y palpitaba de ansias de algo más.

Porque fue el primero en bajar su lengua desde mis pezones a mi polla recorriendo toda mi barriga. Porque sabía muy bien como comerme el rabo. Porque la iniciativa ajena siempre me pone más cachondo.

Algo había que pedía a gritos mientras yo disfrutaba con su polla en una mano y sus huevos cogiéndolos con la otra. Mientras nos besábamos… Algo que los dos deseábamos pero que hizo que me bloqueara totalmente.

Mientras le pajeaba me pidió que me lo follara. Yo me quedé encantado con la petición. Es más, me hubiera gustado follarme ese culo caliente, duro y voraz. Pero una alarma se me encendió directamente en el fondo de mi cerebro. Algo que hizo que cambiara totalmente mi visión y mi disfrute de ese momento…

Amargo porque en ese momento de lujuria y dejarse llevar por el momento pensé, no sé bien bien por qué, que Chocolate Sexy podría ser un chapero. Así que toda la emoción del momento se diluyó en medio segundo.

Chocolate Sexy tenía la obsesión de que me corriera encima suyo y esa petición ya la había soltado varias veces antes mientras cerdeábamos. Tampoco no tenía muchas intenciones de quererse correr porque evitaba ciertas embestidas de mi mano sobre su polla mientras yo notaba que se acercaba ese momento en el que los huevos se ponen más duros y suben un poco para quedarse más pegados al cuerpo… Es el momento premonitorio de la corrida.

Aunque al mismo tiempo hay pocos chaperos que permitan que se los follen, éste estaba obsesionado en que le clavara mi rabo fuera como fuera. Entre esa obsesión y las ganas que él tenía que yo me corriera a cualquier precio (mira que ironía me acaba de salir) le dije en ese momento “sabes… es que a mi no me gusta follar”. Y nos quedamos los dos con cara de vamos a poner solución a esto… Así que de forma bilateral decidimos poner fin a tanto frenesí.

Naturalmente las cosas no hubieran acabado en una transacción económica pero las experiencias de estar en una sauna y estar oyendo al pasar por alguno de los cubículos frases en las cuales los habitantes de esos espacios pedían compensación económica por una mamada o un polvo llenan mi mente en ciertas ocasiones.

Agridulce porque perdí un gran polvo por una mala pasada de mi cerebro. Pero de momento que me quiten lo comido… y lo que me comieron también.