Niños, niñas, monstruos en general... Por si no os habíais enterado ayer lunes nevó en Barcelona (sí, además de en el coño de más de una y en la cara de alguno que otro...), fue una nevada de aquellas históricas, de las imprevistas, como aquellas que los que tenemos ya cierta edad recordamos que pasó alguna vez allá por el lejano 1986 y otra más o menos hacia 1993. Aunque tenemos cierta fauna que ven nevar casi cada día y otros que suelen verlo cada finde, pero ese tipo de nieve es de otra clase, de esa que te destroza un poco la nariz, como a cierta tertuliana que luego lo achaca a la diabetes, y luego te hace seguir la aburrida programación de teletecho... y por mucho que hagas zapping la programación es la misma.
A lo que iba, que tengo cierta tendencia a desviarme un poco, sí... de los temas. Que de lo otro ya lo soy un rato... largo.
Ayer tuvimos una nevada de mil pares de collons en Barcelona y ya está... Solamente que parecemos niños pequeños que nunca lo han visto y aún teniendo casi la friolera de 34 tacos disfrutamos cual cerdo en un lodazal cuando caen dos copos de nieve (de la que se funde, no de la que te funde la pasta) y salimos todos alegres y contentos con nuestros coches a circular por una ciudad que no está preparada ni para una lluvia ni para una nevada. y ¿qué acaba pasando? pues nada toda la ciudad colapsada con la nieve y con todos los coches de esa pandilla de incautos que solamente llevan cadenas cuando van a Andorra a comprar tabaco y azúcar, como hace más de treinta años, y se ven obligados a dejar sus coches abandonados en calles con poco tránsito (por suerte) como suelen ser la calle de Balmes, Rda. de Mitre o la mismísima Avda. Tibidabo, sin contar calles menores como la Ronda de Dalt. ¿Y lo que habrá disfrutado hoy la Guàrdia Urbana multando a todos esos incautos? Porque habrá disfrutado hoy porque ayer no se les veía por ningún sitio. Ni controlando unas calles caóticas ni ayudando a viejecitas que ya se habían roto la cadera por tres sitios debido a las múltiples caídas provocadas por la nieve, el hielo y la estupidez humana (factor indispensable).
Pues lo dicho, que ayer era un día genial para pasarlo en casa ejercitando la mandíbula. ¡Felicidades a quien lo consiguiera!, y ¡Felicidades a quién volviera a casa sin nada roto!
La Madame
Mándame cosillas a elfuturoestaen@gmail.com
Cuando sea mayor, quiero ser Conseller o ser colaborador de Josep Cuní e ir al programa y aprovechar la nevada para desgastar al Govern y a criticar al Garzón. Me voy a tener que dar prisa, porque ya tengo unos años, a mis espaldas y en mis barrigas.
ResponderEliminarAlgún día alguien nos tendrá que contar porqué el chaparrón que cae (después de la nevada tardoinvernal) no moja a las compañías de servicios: electricidad, transporte, fuerzas del orden y, sobre todo, a todo ese conjunto de empresas externas que se dedican a prever lo que luego resulta imprevisible (o eso nos aseguran) y a protegernos civilmente. Mucho chupóptero de diseño. Al final, sólo nos queda la bondad de los conocidos: otros infurtanados atrapados en la nieve o gente altruista que abren sus negocios hasta la hora que sea para dar cobijo a los que lo necesitan. Un día para aprovechar sin duda para reflexionar bien y saber luego criticar con nombres y apellidos.
Noidolent, un chico casi malo.